viernes, 30 de septiembre de 2011

Pequeño cuento de amor



EL VIENTO Y LA ROSA.

Un bello día de verano, el viento que pasaba presuroso sobre los jardines prístinos de  aquella campiña, observó a una rosa de purpúrea hermosura, era tal su raresa, que en su correr se detuvo a ver aquella inefable belleza.
Ella estremecida ante semejante suceso, el de haber parado al viento, echó a reír coquetamente, con un dejo de vergüenza que no podía disimular.

_Hola bella rosa, dijo amablemente el viento.

_Hola señor viento, soplo divino de la aurora.

_Su belleza me extrémese, linda flor de perfumado aroma.

_Aprecio su deferencia al quedarse conmigo, mi señor.

Él en su embeleso, al principio empezó a envolverla suavemente, con ternura pero con intensa pasión.
Los rojos pétalos de aquella rosa con una dulzura indescriptible eran acariciados y se movían con gracia infinita y suavidad perfecta.
El céfiro no la dejaba, la envolvía, la atrapaba, quería hacerla suya, arrancarla de aquel rosal y llevarla a volar a su lado para siempre, se había enamorado locamente, pero su amor estaba impregnado de egoísmo, solo quería la rosa para sí, para satisfacer su varonil pasión.
Se olvidaba que la rosa era un universo en si misma, un ser maravilloso que solo quería ser eso, una bella rosa para adornar el jardín del creador.
Pero en su locura por atraparla y hacerla un objeto más de los tantos que por el camino levantaba, empezó a envolverla con más fuerza, y más fuerza, hasta que la rosa agitada le pedía que la soltara,  que la tratara con delicadeza, que su ternura solo podía ser disfrutada en un estado de contemplación y libertad.

_Tienes mi amor, no te lo niego, te daré mi naturaleza entera, puedes ver que me entrego a ti apasionada para compartir mi felicidad con la tuya, pero ámame en libertad, no me hagas una cosa más en tu vida, mi señor.

_¡No, no!

Respondió el viento lleno de soberbia.

_ Serás solo mía y de nadie más, tú me perteneces, tu belleza es mía, así como tu alma, tu eres mi rosa.

Y se dispuso a envolverla con más fuerza, hasta que la pobre rosa empezó a soltar sus hermosos pétalos, uno por uno, y al final con un suspiro perdió la vida.
El viento inconsciente, lleno de egoísmo y nefando orgullo, una vez consumado ese supremo acto de crueldad, y viendo que la rosa ahora era solo un manojo de pétalos marchitos tirados en el suelo, se dispuso presuroso y renegado con fuertes resoplidos a continuar su largo camino.
La moraleja del cuento es sencilla, si vas a amar a alguien, deja el orgullo, el egoísmo y hazlo en libertad, así cuando estés con el ser amado sentirás en tu corazón una dulce melodía, que se repetirá cada vez que estés en su presencia, será tan hermosa que te llenaras de una  felicidad intensa y que compartirás con la felicidad que emana de ella (el) al sentirse tan bien amada(o).
Es ese el secreto para un amor perenne y hermoso como la hierba verde que cubre el campo.

Bernal Vargas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Alabanzas

ALABANZAS

I
Benditos mis ojos,
Que colmas con tu imagen.
Venerable mi boca,
Que se llena de poemas por un beso tuyo.

II
Consagrados mis oídos,
Que se deleitan con tu dulce melodía.
Elegido mi olfato,
Que se devana con tus efluvios.

III
Augustas mis manos,
Que navegan tu piel de grana desnuda.
Escogido mi pecho,
Que se inflama con tu aliento.

IV
Sagrado mi vientre,
Que es la columna que sostiene tu vientre.
Bienaventurado mi sexo,
Que en el vórtice del amor se funde a tu sexo.

V
Predestinadas mis piernas,
Que se lían a las tuyas y te atan a mi lecho.
Reverenciados mis pies,
Que corren presurosos tras tu presencia.

VI
Virtuosa mi mente,
Que te piensa constantemente.
Gloriosa mi alma,
Que un día se encendió con tu alma.

Bernal Vargas

sábado, 24 de septiembre de 2011

La palabra



LA PALABRA

La palabra impacta
Como el martillo
Sobre el yunque,
Modelando las ideas,
Forjando el pensamiento.

Bernal Vargas

viernes, 23 de septiembre de 2011

Calle 12

CALLE 12

I
Fui a buscar sexo barato a Calle 12,
A esa perversa vía de ruidosa veleidad.
Y la vi a ella recostada al quicio de la puerta,
Junto a otras mujerzuelas del liberto lupanar.

II
Sus ojos difamaban la amargura de la noche,
Pero la cubría una sutil belleza que no podía evitar. 

Mientras el alcohol se me escapaba por las narices, 
Y una estúpida sirena no cesaba de ulular.

III
Le dije, ven que te quiero prender esta noche,
Y hacerte la reina de mi deletéreo mundo.
Subimos de prisa unas desgastadas escaleras,
Iluminadas por un quinqué rojo y mortecino.

IV
Saturada de humo ambarino estaba la alcoba,
Y se entrego ella a esa vieja profesión que adoro.
Atizada por un puño de monedas desgastadas,
Que le daban razón a su perfidia carnal.

V
Una vez entregados a los deliciosos pecados,
Y disfrutando yo los clamores que su seno destilaba.
No me di cuenta que mis bolsillos vaciaba,
Y al final me quede impávido, borracho y sin nada.

Bernal Vargas

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Desierto

DESIERTO

Afuera llueve a cantaros,
Pero en mi corazón
El desierto que dejó
Tu ausencia me calcina.

Bernal Vargas