Cuando quiero saber de tu piel,
Le pregunto a mis manos,
Que acariciándola como a un ángel,
Revelaron sus secretos arcanos.
Y si quiero saber a qué saben tus besos,
Le pregunto a mis labios,
Ellos, besándote febrilmente,
Robaron su dulce néctar sin agravios.
Y mis ojos, mis ojos saben tanto de ti,
Muy suavemente me hablan,
De la textura de tu cuerpo,
Palmo a palmo divino.
Ellos sintieron el fuego,
De tu mirada ardiente,
Que atravesó mi pecho,
Con pasión desesperada.
Mis oídos viven aún del canto de tu voz,
Y el de tu amada sonrisa,
Que se desbordaba plena de alegría,
Cuando estábamos juntos, sin prisa.
Y tu aroma, ese bálsamo maravilloso,
Mezcla de sándalo y miel de tu piel enardecida.
Pervive aún en mi ser, como un abrazo dulce,
Lleno de magia secreta y encendida.
Bernal Vargas
2 comentarios:
Saludos Bernal, te felicito, me gusta mucho la forma en que escribes, abrazos y siempre adelante.
Gracias Edwin, el sentimiento es mutuo hermano mio.
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