¡SEÑORA!
Señora de rojos ocasos,
tienes esa magia que me atormenta,
oculta en tu piel, prendida en tus pasos,
y en tus ojos sin prisa el amor se argumenta.
Llena de pasión encendida,
rodeando los contornos de la vida,
llevas la experiencia contenida,
a cada vereda y en cada partida.
De tarde en tarde, señora,
te materializas en mi lecho,
como un cautivo rayo de sol,
sobre la geografía de mi pecho.
Sutil, serena y volátil,
llena de pasión prohibida.
Vienes vestida de deseos,
cubriendo tu piel atardecida.
Como alondra en pleno vuelo,
estrenando tus impenitentes alas.
Mis antiguos pecados inconfesos,
De mi cuerpo y de mi alma inhalas.
Y justo en esta hondonada
que contiene al corazón,
dejas una huella imborrable,
de íntimos secretos incomparables.
De ella brotan como ríos
cantos de amor imposibles.
Y brotas tú y ese efluvio de tu seno,
nido de tus instintos carnales.
Que solo los años vitales
supieron dibujar en tu piel,
cual deliciosa fruta madura,
para mi mal o para mi bien.
Por eso, ¡Señora!, te apetecen mis manos,
que te buscan en el silencio de la noche.
Y contra viento y marea navegamos,
en pos de ese intimo derroche.
Bernal Vargas
2 comentarios:
Excelente poeta ! muy bien explayado el poema a la señora , me encanta el lenguaje que usas para decir el sentir , con una suavidad y delicadeza amorosa única , saludos poeta Bernal , felicidades !
Hermoso!
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