domingo, 29 de enero de 2012

Encuentro



ENCUENTRO 



Pasé épicas noches 

detrás de tu inmortal estrella

buscando designios

augurios premonitorios

y sólo holocaustos en las manos 

me dejaron tus ardientes huellas...

laberintos de fuego 

rompieron en mi pecho

tus dorados y sensuales destellos...

traspasé aquel crepuscular camino

y mis pies desnudos

recorrieron  senderos olvidados

que siempre me llevaban al mar...

a ese océano de profundos vacíos 

de onduladas crestas

y de naufragios perdidos

donde mi alma

algún día también encallará...

y ahí ...

postrada de silencios 

en medio de un místico mutismo 

rasgando el último velo de la tarde

te encontré...

desnuda e impávida 

mirando el mar. 



Bernal Vargas.

lunes, 23 de enero de 2012

Delirio Sagrado



DELIRIO SAGRADO

Aferrado a la geometría
de tu epidermis.

Intento escalar
el tiempo y el espacio,
que fluyen en otra dimensión.

Mi mente percibe
un mundo caleidoscópico,
de ángulos irregulares.

De sinuosas curvas,
orgásmicas y deletéreas,
vestidas de iridiscentes colores.

Todo gira en el vórtice
de tus pechos,
y de tus aureolas.

Dejo lo humano,
y me acerco a lo divino.

Estoy inmerso en la magia
que ejerce tu piel crepuscular,
sobre la mía.

En esta alquimia divina
que trasforma el deseo
en pasión indomable.

Caigo en la elíptica
de tus besos.

En los triángulos áureos
que forman tu sonrisa.

En esos contornos dorados
de tus caderas.

Que delimitan el círculo
sagrado de tu seno.

¡Ánfora mágica!

Espacio vital donde uniremos,
en expectante armonía,
tu carne y la mía.


Bernal Vargas.

lunes, 9 de enero de 2012

Instinto

INSTINTO


¡Bella, elusiva, visceral!

Ostentando tu piel,
te percibe mi carne,

¡Vital!

Ir tras de ti,
es remontar un vuelo
de cándidos anhelos.

Un fluir en cascada,
de arroyos tormentosos.

Es desclavar rosas rojas,
y clavarlas en el pecho.

En pos de tus huellas
perdigo mis deseos,
ávidos y fervientes,
para exaltarlos como centellas.

Es instinto capital,
que fluye por las venas,
y empuja como fuego primordial.

Viajamos en un firmamento de
geometrías caleidoscópicas,
embriagándonos con su luz.

Y el deseo se conjuga
en estas manos,
que ávidas de pasión
acaban trémulas de emoción.

El apetito por el tacto
que impregna los sentidos,
fluye en la epidermis como río de fuego
y forma parte de nuestro ser.

Muchos han querido atajarlo,
parar esa pasión,
llenándonos de pecados,
y condenándonos al averno.

¡Oh, pobres ilusos!

¡Vivamos!

Disfrutemos el arpegio,
de ese instinto fantástico,
que se trasforma en sortilegio.


Bernal Vargas