MUJER DE MEDIA NOCHE
I
Buscaba la otra noche oblicua y sinuosa,
Saciar mis apetitos de alcoba y de rosas.
Me deslizaba silencioso y azul entre los lupanares,
En pos de tus anochecidos encantos, ¡Mujer fatal!
II
¡Te encontré! Y el deseo se hizo tu nombre y tu sino.
Dama de pérfidos hechizos liados en las sombras.
Sutil ardid usaste para encadenarme a tu piel,
Aquella noche de vendimia y pasión libidinosa.
III
Una vez hecho el pacto carnal en monedas y papel,
Nos fuimos a las cuevas de aquel viejo motel.
Un cuarto tibio y baladí, nos recibió vestido de media luz,
Despidiendo su acre y particular olor a pecado.
IV
Recorrí las colinas rasgadas de tus pechos,
Como peras maduras tributarias de dulzura.
Me embelesaste en el columpio de tus muslos rojos
Y anclé mi nave en el golfo de tus delicias.
V
Fui un mancebo que se ofrendó entero,
En el cáliz espurio de tu seno tibio y húmedo.
Atizado por la urgencia amorfa de este apetito,
Derramé en tu cóncavo refugio mis anhelos.
VI
Y después de unir este yugo fragoroso,
A tu deliciosa y mercantil genitalidad.
Te levantaste impávida de aquella promiscua cama,
Me miraste fríamente, y te fuiste sin un adiós en la oscuridad.
Bernal Vargas