martes, 20 de marzo de 2012

¡Tu vino!

¡TU VINO! 


Fluyes dejando versos 
sobre el lienzo de mi boca,
¡Te desnudas y me tocas!
Y en el enhiesto monte me provocas.
De pasiones luminosas, 
llenas los entresijos de mi alma,
que vuela en pos de tu frescura amada,
y de ese primigenio encanto de tu pecho.
¡Oh, mujer!

¡Amor de mi vida!
Vienes como marea de fuego encendida,
de versar profundo y de noches alunadas,
y te derramas sobre mi piel rasgada.
Destilando mis penas y mis condenas,
me sumerjo en tus crisoles,
para emerger casi divino, 
bebiendo hasta la locura, 
¡La dulzura de tu vino!

Bernal Vargas

2 comentarios:

jairo poveda dijo...

UN POEMA QUE PENETRA LA PIEL Y EL ALMA , HERMOSO LENGUAJE POETA MIS FELICITACIONES Y SALUDOS AMIGO BERNAL

Anónimo dijo...

Ay Dios mío! no imagino esto sin la vivencia previa! Ese derramarse se siente estupendo!Qué poeta! Qué hombre! Qué vino!